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La discriminación y privación cultural de clase y lengua en Cataluña


En Cataluña podemos observar un dato dramático, las rentas más bajas y el menor nivel de estudios es mayoritariamente de población hispanohablante. Sin embargo la política social y cultural va orientada en su casi totalidad a los catalanohablantes, añadiendo desde las instituciones y el gobierno a los problemas de clase otro factor de marginación al desarrollo de esta mayoría de la sociedad catalana. 



La producción local de cultura está absolutamente volcada en el catalán, así pues si quieres hacer actividades extraescolares, hacer teatro, actividades culturales, radio, televisión, estudiar en escuelas de arte, etc, prácticamente tendrás que abandonar tu lengua.

Además el apoyo a la producción local por parte de la juventud o las personas que están empezando es también en una sola lengua. La excusa suele ser que ya hay mucha cultura (producida fuera de Cataluña) en español, sin tener en cuenta que los niños, los jóvenes, deben de poder desarrollarse allí dónde viven culturalmente en su lengua, recibir imputs, formación, actividades y disponer de talleres, campañas de fomento de la lectura, etc, y posibilidades de creación en su lengua. 


Así pues los niños hispanohablantes de las barriadas dispondrán de muchos menos incentivos y motivación, cuándo debería prestarse una especial atención dada esta situación. Esto se suma a la posición desventajosa a nivel de clase de la migración, y también a que en Cataluña la dirección social está orientada fundamentalmente a los catalanohablantes y sus redes de clientelismo nacionalistas que priman a este sector de la población.





Cataluña ha estado gobernada casi 40 años por las élites burguesas herederas del franquismo que además son nacionalistas y han acentuado esta clase de política destinando los recursos culturales a las clases medias altas, pero lo cierto es que los partidos de izquierdas no independentistas no intentan cambiar la situación y la perpetúan, tratando de forzar el desarrollo cultural a la obligatoriedad de realizarlo en una sola lengua, la de las élites sociales.


Esto sucede porque las élites de izquierdas en partidos que cuentan con mayor implantación hispanohablante y clase trabajadora tenderán a ser también de mayoría catalanohablante fruto de las diferencias sociales de manera que no solventan esta cuestión, o bien porque han asumido la política nacionalista de una sociedad bilingüe que para ellos debe desarrollar la vida cultural prescindiendo de la lengua mayoritaria de las capas sociales peor situadas. Así pues la izquierda en Cataluña tiene un comportamiento muy poco de izquierdas.

El aprendizaje del catalán en Cataluña se planteó como una posibilidad de ascenso social que en realidad no lo ha sido, y hoy día no debería ser un factor de diferencia social y habría que solventarlo. El hecho de que las élites sean catalanohablantes a veces es una influencia demasiado pesada en los derechos lingüísticos de la población, y eso sucede en Cataluña. Dicha situación debería solventarse dando igualdad de derechos y posibilidades de desarrollo cultural a ambas comunidades lingüísticas y garantizando su presencia y apoyo institucional. Hecho que no sucede.