Cuando se usa el término apartheid lingüístico, hay que prestar especial atención a la matización de lingüístico y no extrapolarlo a otras cuestiones. Con esta prevención explicamos como durante el apartheid en Sudáfrica se intentó imponer el idioma Afrikáans, un derivado del holandés usado por los sudafricanos blancos de ese origen y que era considerado por los negros como el lenguaje de la dominación racial.
La ley que lo convirtió en obligatorio colmó el vaso y provocó las revueltas de Soweto con resultado de medio millar de muertos. El Decreto de Afrikáans de 1974 imponía la obligación de las escuelas de enseñar el 50% en afrikáans y el otro 50% en inglés. Los habitantes negros preferían sus lenguas maternas antes que el afrikáans, por otra parte el inglés se popularizó en la industria y el comercio y era más deseado como lengua.
Pero el gobierno afrikaaner no podía soportar el abandono del deseo de conocer el afrikáans que iba siendo relegado y decidió optar por la imposición. El gobierno del apartheid, un gobierno étnico e identitario dónde los negros no podían votar ni participar en elecciones, controlado por el Partido Nacional afrikáner, que consiguió el poder en 1948 y apoyaba políticas racistas e identitarias y quería mantener el poder de la minoría blanca, para mantener sus privilegios y posición dominante. Tras el fin del apartheid en la constitución sudafricana de 1996 que firmó Nelson Mandela se instauró la libertad de lengua, dónde se prohíbe cualquier limitación de derechos del idioma propio, incluido el afrikáans.
Así pues pasemos al tema lingüístico en Cataluña, lugar dónde el sistema de inmersión sin permitir estudiar en el idioma oficial es casi único en el mundo, y solo se da en Groenlandia o Islas Feroe se suele decir... pero ni siquiera es comparable con Cataluña dónde el Groenlandés lo habla el 80% de la población y en las islas Feroe el feroés todavía más población. Es decir se hace inmersión en la lengua mayoritaria de ese territorio aunque el danés sea lengua oficial. En Cataluña pasa justo al revés. En Sudáfrica por ejemplo el afrikáans actualmente de 60 millones de sudafricanos lo utilizan unos 12 millones, sobre un 20% de la población, que coincide con el porcentaje de población blanca en el país. En Cataluña el catalán es la lengua materna minoritaria de un 31,5% de la población, dónde la mayoría de la población tiene como lengua materna el español.
Hace unos 40 años este sistema excluyente se implantó por los gobiernos del régimen nacionalista catalán promovido por el catalanismo del PSC y fue finalmente secundado por el resto de partidos identitarios. Estos últimos vienen gobernando gracias a una ley electoral injusta dónde de 13 elecciones solo han ganado 4, frente a las 9 que han ganado los partidos votados principalmente por hispanohablantes, si nos atenemos al número de votantes. Pero solo el PSC ha gobernado en 2 ocasiones aunque en la práctica también apoya el apartheid lingüístico catalanista en virtud de sus dirigentes, pero no sus votantes. Los gobiernos del régimen nacionalista aún a día de hoy siguen reservando los puestos de mando de manera identitaria ya sea por identidad cultural de origen o bien asimilación a la identidad de los partidos nacionalistas que tienen el poder que lo ejercen injustamente sin garantizar los mismos derechos en función de lengua y supuestos factores culturales.
En el caso de la lengua minoritaria el catalán, idioma impuesto en la educación a toda la población, su uso no está motivado por el hecho de que sea una lengua importante en el comercio, la cultura o la industria, si no en el deseo de los partidos identitarios de convertir su lengua en única lengua pública, dominante, aunque suelen referirse con eufemismos como lengua de cohesión social, mediante la exclusión de la lengua mayoritaria de la mayoría de ámbitos, mediante un proceso de progresiva desnormalización, expulsándola de las instituciones, la educación, la cultura, los rótulos de las calles, los medios de comunicación propios, etc.
No existe ninguna cohesión social en la exclusión lingüística, es simplemente dominación, la cohesión social supone integrar a todas las partes en los espacios sociales, y en Cataluña lo que hay por tanto es una apisonadora social, que tiene como bandera la exclusión, y la única posibilidad en los ámbitos públicos controlados por el poder y los actores sociales nacionalistas es aceptar la sumisión y la dominación en aras del discurso identitario del nacionalismo catalanista.
Así pues en Cataluña no existe el mismo derecho de usar la propia lengua para comenzar en la escuela, se debe hacer el sacrificio en aras de una minoría lingüística. Y se aplican leyes diferentes para catalanohablantes que hispanohablantes, los primeros pueden rotular sus negocios solo en catalán, los segundos no pueden solo en español. Los catalanohablantes pueden estudiar en su lengua y los hispanohablantes no. Aquellos que no hablen la lengua minoritaria pueden ser excluidos de los trabajos públicos. Las actividades extraescolares controladas por las ampas no pueden hacerse en la propia lengua. Los planes de lectura y promoción literaria solo son en catalán. Las subvenciones culturales también discriminan hasta tal punto que el español ha sido marginalizado en el teatro o la radio. Los catalanohablantes pueden tener medios de comunicación de producción propia solo en catalán pero los hispanohablantes no.
Los mismos derechos que solicitaron para ellos, ahora nos los niegan a nosotros. Hipocresía descarnada.
En cualquier otro lugar esto habría producido la rebelión de los oprimidos, pero la presión social y del poder es fuerte, hasta el punto que puede suponer ostracismo o marginación social, laboral, por parte de quienes ostentan mayoritariamente el poder. Por otra parte tras 40 años de discurso nacionalista e inmersión, añadido a la culpabilización de la política del régimen de Franco y la victimización del catalanismo les ha permitido llegar a una sociedad identitaria y de derechos desiguales. Incluso el abandono de Cataluña de muchos profesores por las leyes discriminadoras les ha permitido un dominio que incluso en caso de reclamar derechos podrían llegar a negarse a aplicar lo que en su justicia se solicitara.
No es normal que en un territorio la lengua mayoritaria no se encuentre en los carteles de las calles.
No es normal que en la escuela la mayoría de la población solo pueda estudiar en la lengua de la minoría que tiene el poder
No es normal que la mayoría de información y servicios en los ayuntamientos, servicios culturales, etc, no estén en la lengua mayoritaria de Cataluña,
No es normal que las instituciones no hablen el idioma de la población, ni tampoco sus gobernantes.
No es normal que no se pueda tener apoyo para desarrollar cultura local en tu propia lengua
No es normal que no puedas tener medios de comunicación solo en tu lengua, mientras la otra lengua si.
No es normal que cuando los hijos de la mayoría de la población van a una guardería, ya implementan otra lengua en directa competición con la de su madre
Y lo que tampoco es normal, es que se soporte esta situación sin que la población empiece a rebelarse, y esto es lo que ha llegado el momento de iniciar. Tras el intento de tener el poder absoluto del régimen nacionalista con la independencia para preservar sus privilegios, seguramente habrían implementado leyes donde se obligara a las cadenas de televisión privadas españolas o las dobladoras de cine a hacerlo todo en catalán para poder estar en Cataluña tal como anticipaba el actual director de TV3, Sanchís, hasta asfixiar completamente a los hispanohablantes.
No será suficiente con demandas judiciales, es necesario que las calles hablen con carteles, pintadas (seguramente serán atacadas por los nacionalistas, si la libertad molesta es una prueba de su autoritarismo), que se hagan reclamaciones, que se presione socialmente a los políticos, que se multipliquen las voces... con la insistencia y constancia de cada día, el tono de hasta el momento no es escuchado, ni siquiera los tribunales de justicia son escuchados, así pues hacen falta otros métodos, romper el silencio y generar un clamor social que no se pueda esconder, que por ejemplo lo encuentres en la pared cuando salgas a hacer la compra.
No te quedes mirando, actúa