Nada más empezar estas líneas tenemos que enfrentar un nuevo caso de tendenciosidad para influir en la opinión pública por parte de la Vanguardia que hace referencia a como da la noticia del Caso Scully, como sabéis la pareja de artistas contemporáneos, Sean Scully (Dublín, 1945) y Liliane Tomasko (Zurich, 1967) se va de Barcelona por problemas con el intento de dominación lingüístico del catalanismo sobre la mayoría social de catalanes de lengua materna español. El titular como podéis ver es: Sean Scully argumenta que dejó Barcelona porque estaba harto del catalán, es decir indicando que el problema es un problema de lengua, por tanto odio o manía a un idioma, a pesar de lo que pueda decir en el interior, se pone el foco en el titular tergiversado para guiar la opinión pública, e insistir en la victimización.
Las declaraciones de Scully hechas al Financial Times en realidad explicaban como a su hijo le decían que debía hablar catalán y no español en el patio del colegio, en lugar de preguntarse quién hace eso, de qué colegio se trata, y preocuparse por lo verdaderamente importante, la Vanguardia aunque lo cita en el cuerpo desvía la atención, así mismo Scully también se quejaba de que se hicieran las reuniones "exclusivamente" en una sola lengua, en una sociedad como la catalana que es bilingüe, es decir no se quejaba del catalán, se quejaba de la dominación social que se está imponiendo sobre la que es nuestra lengua mayoritaria de los catalanes. Ya podéis imaginar el resultado en los comentarios de la noticia y como aviva una idea en el imaginario popular, que las quejas sobre la lengua en realidad son "intolerancia" o integrismo lingüístico por parte de quienes sufrimos una pérdida de derechos de forma masiva y estructural en la escuela, la cultura, las instituciones, etc.
El resultado de esto, así como de la difusión de algunos casos de incidentes relacionados con la lengua y al mismo tiempo el silenciamiento de otros es redoblar los esfuerzos con el discurso dominante de victimismo del nacionalismo catalanista basado en hechos anecdóticos para ocultar la situación estructural de marginación de los espacios públicos del español, situación que líderes, incluso consejeras de todos los partidos que se adhieren han manifestado es su intención conseguir que sea la única lengua pública, y es a esto último a lo que deberían dar difusión, para que la opinión pública en España sepa cual es el proyecto nacionalista, y no sigan pensando incluso que se puede estudiar en español en Cataluña.
Así pues estos días pudimos leer como eldiario.es se hace eco de la organización ultranacionalista Plataforma per la llengua en el caso de un evento en un teatro dónde al parecer alguna persona del público se quejaría de que un acto público fuera solo en valenciano. Si bien es cierto que si hacen eco de la extrema derecha que atacó la pizzería y algún otro caso, todo esto podría ser anecdótico, pero justo estos días tenemos que ver como TV3 emite en el programa L'Au pair (video más abajo) como un mago con unos niños expresa que "habla castellano para parecer más malo", que desde un medio de comunicación público se difundan este tipo de ideas racistas parece que no es llamativo, y quizás tengan razón... porque ya llueve sobre mojado.
Pero no se trata solo de eso, si no de la cuestión que ningún periodista podría cerrar los ojos a las persecuciones a camareras, trabajadores, por razón de lengua. Los acosos en las redes sociales a políticos por razón de lengua. Las declaraciones del catalanismo de que buscan una lengua única pública. En su lugar el discurso central que realizan suele ser apoyando el nacionalismo que quiere que una gran parte de la población, la hispanohablante, no pueda estudiar en su lengua, y muchas otras restricciones de derechos lingüísticos que se dan en Cataluña.
Somos más hablantes, somos más mercado, lo somos en Cataluña, y en el resto de España
Somos más hablantes, somos más mercado, lo somos en Cataluña, y en el resto de España, el doble rasero de los medios tiene más que perder, y no solo por lo que difunden de aquellos que defienden nuestra pérdida de espacios lingüísticos, si no por aquello que no difunden. Reclamémoslo todo, que no sean sus voceros, o no sin crítica, y que den también el punto de vista que reclama derechos.