La política de la respetabilidad es una teoría que acuño la profesora Evelyn Brooks Higginbotham en su libro de 1993, "Righteous Discontent", se trata de un concepto sociológico que se refiere a la idea de que los individuos pertenecientes a grupos marginados pueden ganar respeto, aceptación y mejorar su estatus social adoptando los comportamientos, normas y valores del grupo dominante.
En Cataluña el grupo dominante es el catalanohablante, tal como explicamos en el artículo Cataluña es una democracia étnica y hay que reformarla, siendo una minoría de 3 de cada 10. Se debe a leyes, un gobierno regional que tiene el control de políticas importantes, circunstancias socioeconómicas, y también una batalla cultural ganada a través del victimismo y posicionándose como oprimido pese a ser dominante. Es preciso cambiar Cataluña para que la mayoría hispanohablante tenga la cuota de poder que le corresponde, pero hoy nos referimos a las consecuencias del poder a nivel lingüístico y cultural.
La Conformidad con las Normas Dominantes. La Generalitat dicta normas excluyentes y marginadoras del idioma español a través del funcionamiento laboral, social, cultural, institucional, etc y además hace unas agresivas políticas en todo el espectro de la opinión pública para controlarla. Los marginados hispanohablantes para ser aceptados, respetados o tener éxito se sienten impelidos a conformarse a las normas y comportamientos del grupo dominante minoritario en la sociedad. Esto incluye idioma, educación y otras prácticas culturales, o la idea de que los dominantes son un grupo a ser protegido mediante la exclusión propia.
Esto conduce a una supervivencia y estrategia de dominado para evitar discriminación, ostracismo social y marginación, ataques públicos, exposición social de forma reprobatoria, agresividad verbal, represión mediante leyes y sanciones, exclusión en cualquier ámbito, incluso persecución mediante hostigamiento público constante, veto en el acceso al trabajo, etc.
El impacto psicológico y social es devastador, la asimilación de los hispanohablantes se produce por la perpetuación de la noción de que su valor está condicionado a la aceptación del grupo dominante, si no hablas catalán en la escuela, en los actos públicos, en el trabajo, se siente que se será rechazado. Muchas veces hemos visto en público autojustificarse a personas por hablar español, o bien afirmar que son catalanes porque hablan catalán, aceptando la teoría de que el grupo dominante minoritario es el que te valida socialmente.
Esto lleva a la pérdida de identidad cultural, tensión emocional y sentimientos de insuficiencia entre los hispanohablantes marginados. Y hace que ellos mismos promuevan la política de respetabilidad, sugiriendo la adopción de comportamientos como priorizar el catalán en público o renunciar a su lengua materna en la educación, como una manera retorcida de combatir el racismo cultural y ganar derechos civiles, que pone la culpa no en el racista si no en la víctima.
Los miembros del grupo marginado se encargan de vigilar a los suyos y mostrar sus valores sociales como compatibles con los del grupo dominante, en lugar de desafiar públicamente. Esto podemos verlo como lo hace el PSC, los comunes o los profesores hispanohablantes. Buscan distanciarse del apoyo a los hispanohablantes que reclaman escuela en su lengua, usan el catalán en espacios de prestigio, incluso participan del acoso y la presión para dominar. El opresor no sería tan poderoso si no tuviera cómplices entre los oprimidos.
Ejemplos de Política de Respetabilidad los tenemos en los padres de Santa Coloma, un mito fundacional de la inmersión que desmontaremos en otra ocasión ya que si tuvo rechazo y no era mayoritario, los cuales pretendían que la única manera de ganar derechos, no ser marginados y tener las mismas oportunidades era hablar catalán y que para eso era necesario renunciar a la educación en lengua materna. Es decir, aceptar el racismo cultural en lugar de combatirlo. Otro ejemplo lo tenemos en la necesidad de hablar catalán en el Parlamento catalán o en los cargos institucionales, ya que si no se será rechazado socialmente y por tanto no se podrá detentar un cargo político.
Así, la proximidad a la catalanidad, concepto racista ya que es restrictivo al uso del idioma catalán, se ha convertido en un medio de supervivencia, una estrategia para obtener libertades y privilegios. Cierto número de hispanohablantes han adoptado la ideología de que la única manera es asimilarse al catalanismo, adoptando el idioma, ser defensores a ultranza de una identidad cultural excluyente y minoritaria, permitir pisotear sus derechos lingüísticos, creyendo que así merecerían el mismo acceso socioeconómico y participación.
Pero esto no era una solución para nada, la teoría de los padres de Santa Coloma, era un gran fraude, una gran mentira, ponía la culpa en la lengua y la cultura de los niños hispanohablantes, y no en el régimen catalanista excluyente y marginador que les hizo vivir olvidados en barracas en las periferias y que solo privilegiaba a la clase media catalanohablante.
En lugar de exigir al racismo catalanista que deje de excluir y marginar, se pide a los niños hispanohablantes que cambien para dejar de ser víctimas, y por tanto que renuncien a su propia lengua y a participar socialmente con ella. Tienes que tener dinero, títulos, puestos de trabajo importantes, exitosos, en catalán, no puedes serlo en tu propia lengua, la mayoritaria del pueblo catalán, el español. No solo tienen que cargar con el racismo lingüístico y cultural, si no que son ellos los "culpables" y que tienen que repararlo porque "hay algo malo en ellos": su lengua y cultura frente a la del grupo minoritario dominante.
Esto además obedece a construcciones sociales, como que los hispanohablantes son más analfabetos, proceden de zonas pobres (andaluces, extremeños en su época), menos estudiosos, menos capacitados, porque la lengua académica es el catalán, y por tanto expresarse en ella debe ser síntoma de éxito capacitador, al fin y al cabo en que lengua va a intervenir un catedrático universitario, un conferenciante en un centro cultural, o el profesor en la escuela.
Además se suelen culpar a si mismos del abuso, si te echan del trabajo por no hablar un idioma minoritario es tu culpa aunque todo el mundo hable español, podrías haberlo aprendido. En la política de la respetabilidad el marginado, en lugar del discriminador, es el que tiene que comportarse "correctamente" para ser digno del grupo dominante (y repetimos minoritario). Tienes que ser de determinada manera, por ejemplo para ser digno de un derecho humano necesario para la supervivencia, como es el derecho al trabajo... Y aún así seguirás siendo visto diferente incluso por el nombre.
Es hora de rechazar toda esta herencia de dominación, de desmantelar estos pensamientos que ya están normalizados y son prácticamente invisibles pero pesan en el subconsciente colectivo, que te afectan aunque no lo percibas para cambiar al catalán como algo "natural" en un acto público. Se trata de romper esa autovigilancia íntima basada en el trauma lingüístico, la opresión catalanista, la vergüenza, el miedo al rechazo, la minusvaloración. Debemos respetarnos a nosotros mismos en cada acto que realizamos en la vida cotidiana, atrevernos a pedir las cosas en nuestra lengua, no ceder nuestro idioma en público, y valorizar nuestra lengua y cultura.
Esto no puede llevarnos a poner toda la responsabilidad en los marginados, los que ya definimos como Tios Jordis en El síndrome del Tío Jordi, hispanohablantes que abandonan su lengua, ya que requiere cambios estructurales del sistema, dichos cambios deben comprender conciencia de grupo de la marginación y apoyo mútuo para ganar poder social, desmantelar el poder catalanista que perpetua la desigualdad, en lugar de exigir que los individuos se adapten a normas que no reconocen ni valoran su identidad y cultura.
Este cambio sistémico, debe llevar a que como grupo social discriminado pero mayoritario pasemos a tener el poder mayoritariente y control socioeconómico para lo que hace falta esfuerzos coordinados y sostenidos en múltiples áreas:
Educación, incluída la superior.
Empoderamiento económico con apoyo a los hispanohablantes para que puedan desarrollar sus propios negocios o que las grandes empresas catalanas sean suyas.
Promover redes de negocios que fortalezcan la economía de los hispanohablantes.
Políticas de contratación que no discriminen por el idioma catalán.
Acceso justo a las subvenciones y los medios económicos.
Cambiar la propiedad de manos.
Asegurar hispanohablantes en órganos de decisión políticas.
Fomentar movimientos que promuevan nuestros derechos.
Cambiar leyes que nos ponen barreras.
Campañas de sensibilización y educativas.
Medios de comunicación que promuevan nuestros derechos positivamente.
Alianzas estratégicas con otros grupos como los migrantes u otras comunidades autónomas y estatales, también internacionalmente.
Asegurarse que tenemos acceso a todo en nuestra lengua.
Trabajar activa y sistemáticamente para desmantelar las estructuras de poder catalanista en todas las áreas de la sociedad, desde el sistema educativo hasta el cultural y político.
Implementar estas estrategias requiere un enfoque integral y colaborativo de grupo, involucrando a múltiples actores, incluidos gobiernos, organizaciones no gubernamentales, sector privado y la propia comunidad del grupo discriminado. La clave es crear un entorno donde se eliminen las barreras sistémicas y se promueva el empoderamiento y la autosuficiencia de los catalanes hispanohablantes COMO GRUPO SOCIAL.